viernes, 26 de noviembre de 2010

Agua clara


Socavado por el hambre de la espera, ojos quietos sobre el reloj, un instante callado con ideas fugaces en la mente, palabras inciertas, cortas y penetrantes, un sentimiento que el tiempo consume, no dejando lugar al olvido.

Glorias ajenas retratadas en blanco y negro, comparaciones sutiles de cabellos dorados, ¿cómo llegara el ciego a tu puerta?, yo… al pasar por ella, no pude percibir ruido alguno de tus tan anhelados sentimientos, ¿será que reposabas abatida de tus recuerdos?

Cuita ajena no me toque nunca, así pasen como filosas espadas por mi rostro, tu caricia me sacie en todo tiempo, aun siendo un extraño en tus labios, aun así, soy dueño de mi voluntad; amo de los sentimientos y esclavo de los tuyos.